Este es el mapa de la localización industrial en España. Aunque presenta sus particularidades con respecto a otros países, se puede decir que los factores de su distribución y localización responde a una serie de factores físicos y humanos que se han ido dando desde el momento mismo de la industrialización de España que empezó a mediados del siglo XIX, pero que no fue total hasta bien entrado el siglo XX.
En primer lugar está la existencia de fuentes de energía y materias primas que se utiliza
en el proceso industrial, sobre todo carbón,
combustible de la primera revolución industrial. Su existencia en determinados
lugares atrajo a las primeras grandes industrias en la segunda mitad del siglo
XIX, la siderurgia, que precisaba de grandes cantidades de este mineral, más
caro de transportar que el hierro, por lo que uno de los primeros focos
industriales de España fueron las cuencas mineras del interior de Asturias. Por el contrario, en Vizcaya fue la existencia de hierro cerca lo que propició la
aparición de los grandes altos hornos cerca de Bilbao: los barcos cargados de
hierro hacia Inglaterra volvían a España con carbón inglés.
Otras
causas importantes tienen que ver con los factores humanos, como la existencia
de densos núcleos de población en
las cercanías, que servirían tanto como abastecedoras de mano de obra para las
fábricas como de centros de consumo cercanos donde vender las mercancías
producidas y abaratar los costes de transporte. Es el caso de Madrid, que desde el siglo XIX no solo
es la ciudad más poblada de España, sino también la capital, con una población
con una gran capacidad de demanda de productos propios de las industrias de
consumo.
Tener
unas buenas comunicaciones también
favorece la instalación de las industrias. Las ciudades portuarias siempre han
tenido una gran tradición comercial y facilitó la instalación de industrias
cuyos productos eran fáciles de exportar a otras zonas o países, como es el
caso de Barcelona, con una
importante industria textil y de licores desde mediados del siglo XIX, o
Valencia, de industrialización más reciente.
Las
políticas de industrialización que
se llevaron en las diferentes épocas también tienen su importancia a la hora de
determinar los lugares donde se instalaron las industrias, así como su tipo, en
el siglo XX. Las áreas ya industrializadas (Madrid, Barcelona, Vizcaya,
Asturias, Valencia, etc.), al tener ya un importante tejido de
infraestructuras, facilitaron el asentamiento de nuevas fábricas, por lo que en
estas regiones aumentó su número y se diversificó la estructura industrial, con
la instalación de nuevos sectores como el químico, el eléctrico, etc.
Dentro
de estas políticas están la instalación de los arsenales por parte del Estado para
la construcción de barcos de guerra en Cádiz
o Ferrol, que con su modernización en el siglo XX atrajo a numerosas
actividades industriales.
La
localización actual de los principales focos industriales se debe sobre todo a
las políticas iniciadas a partir de 1959 con los planes de estabilización económica o planes de desarrollo de la
economía española en los años 60 y 70. Con el fin de modernizar la economía y
la industria se facilitó la entrada de capital extranjero para la creación de
factorías por parte de multinacionales, sobre todo francesas, alemanas, estadounidenses
e italianas. Para facilitar su instalación se crearon polos de promoción y desarrollo, seleccionando ciertas ciudades con
escasa industria para promover su desarrollo. Se acondicionaron enormes
espacios con la creación de polígonos
industriales, con las infraestructuras necesarias (solares, comunicaciones,
agua, energía…) en ciudades como Valladolid, Vigo, Sevilla, Zaragoza, A Coruña,
etc. Estos nuevos polos industriales, junto a los ya existentes, propiciaron la
instalación de otras actividades económicas en las regiones cercanas, por lo
que su influencia alcanzaba otras poblaciones menores, como por ejemplo el caso
de Valladolid.
A
principios de los 70 se crearon los polos
de descongestión ante la falta de suelo industrial de las grandes ciudades,
siempre cerca de importantes vías de comunicación o de zonas industriales ya
existentes, como los polígonos de Toledo, Alcázar de San Juan, etc.,
relacionados con grandes áreas industriales (en este caso de Madrid) y que
llevaron la actividad industrial a zonas eminentemente agrícolas.