miércoles, 5 de marzo de 2014

La localización de la industria en España

     Este es el mapa de la localización industrial en España. Aunque presenta sus particularidades con respecto a otros países, se puede decir que los factores de su distribución y localización responde a una serie de factores físicos y humanos que se han ido dando desde el momento mismo de la industrialización de España que empezó a mediados del siglo XIX, pero que no fue total hasta bien entrado el siglo XX.


En primer lugar está la existencia de fuentes de energía y materias primas que se utiliza en el proceso industrial, sobre todo carbón, combustible de la primera revolución industrial. Su existencia en determinados lugares atrajo a las primeras grandes industrias en la segunda mitad del siglo XIX, la siderurgia, que precisaba de grandes cantidades de este mineral, más caro de transportar que el hierro, por lo que uno de los primeros focos industriales de España fueron las cuencas mineras del interior de Asturias. Por el contrario, en Vizcaya fue la existencia de hierro cerca lo que propició la aparición de los grandes altos hornos cerca de Bilbao: los barcos cargados de hierro hacia Inglaterra volvían a España con carbón inglés.
                Otras causas importantes tienen que ver con los factores humanos, como la existencia de densos núcleos de población en las cercanías, que servirían tanto como abastecedoras de mano de obra para las fábricas como de centros de consumo cercanos donde vender las mercancías producidas y abaratar los costes de transporte. Es el caso de Madrid, que desde el siglo XIX no solo es la ciudad más poblada de España, sino también la capital, con una población con una gran capacidad de demanda de productos propios de las industrias de consumo.
                Tener unas buenas comunicaciones también favorece la instalación de las industrias. Las ciudades portuarias siempre han tenido una gran tradición comercial y facilitó la instalación de industrias cuyos productos eran fáciles de exportar a otras zonas o países, como es el caso de Barcelona, con una importante industria textil y de licores desde mediados del siglo XIX, o Valencia, de industrialización más reciente.
                Las políticas de industrialización que se llevaron en las diferentes épocas también tienen su importancia a la hora de determinar los lugares donde se instalaron las industrias, así como su tipo, en el siglo XX. Las áreas ya industrializadas (Madrid, Barcelona, Vizcaya, Asturias, Valencia, etc.), al tener ya un importante tejido de infraestructuras, facilitaron el asentamiento de nuevas fábricas, por lo que en estas regiones aumentó su número y se diversificó la estructura industrial, con la instalación de nuevos sectores como el químico, el eléctrico, etc.
                Dentro de estas políticas están la instalación de los arsenales por parte del Estado para la construcción de barcos de guerra en Cádiz o Ferrol, que con su modernización en el siglo XX atrajo a numerosas actividades industriales.
                La localización actual de los principales focos industriales se debe sobre todo a las políticas iniciadas a partir de 1959 con los planes de estabilización económica o planes de desarrollo de la economía española en los años 60 y 70. Con el fin de modernizar la economía y la industria se facilitó la entrada de capital extranjero para la creación de factorías por parte de multinacionales, sobre todo francesas, alemanas, estadounidenses e italianas. Para facilitar su instalación se crearon polos de promoción y desarrollo, seleccionando ciertas ciudades con escasa industria para promover su desarrollo. Se acondicionaron enormes espacios con la creación de polígonos industriales, con las infraestructuras necesarias (solares, comunicaciones, agua, energía…) en ciudades como Valladolid, Vigo, Sevilla, Zaragoza, A Coruña, etc. Estos nuevos polos industriales, junto a los ya existentes, propiciaron la instalación de otras actividades económicas en las regiones cercanas, por lo que su influencia alcanzaba otras poblaciones menores, como por ejemplo el caso de Valladolid.
                A principios de los 70 se crearon los polos de descongestión ante la falta de suelo industrial de las grandes ciudades, siempre cerca de importantes vías de comunicación o de zonas industriales ya existentes, como los polígonos de Toledo, Alcázar de San Juan, etc., relacionados con grandes áreas industriales (en este caso de Madrid) y que llevaron la actividad industrial a zonas eminentemente agrícolas.

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